Te ha pasado, ¿verdad? Vienes a nuestro tablao, termina la función, y te quedas clavado en la silla con los ojos húmedos y la piel de gallina. Te acercas y nos preguntas: «¿Pero eso qué ha sido? ¿Eso es el famoso duende?». Intentar explicar qué es el duende flamenco es como intentar atrapar el humo con las manos. No hay una definición de diccionario.
Es un concepto que el propio Lorca intentó desentrañar, llamándolo un «poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica». En Cardamomo, no somos filósofos. Somos artistas. Y cada noche, en la intimidad del tablao, salimos a buscarlo.
Esta es nuestra verdad sobre él.
El Duende No se Ensaya, Aparece
Primero, una cosa clara: el duende no tiene nada que ver con la técnica perfecta. La técnica se aprende, se repite, se domina. El duende es salvaje. Es un invitado inesperado que decide, o no, entrar en la fiesta. Es la diferencia entre un guitarrista que toca notas impecables y uno que, con tres acordes, te cuenta la historia de su vida. Es la diferencia entre un bailaor que ejecuta pasos y una bailaora que lucha contra un demonio invisible sobre la madera.
El Duende para el Bailaor: Un Volcán que Conecta Almas
Para el bailaor José Escarpín, el duende es una fuerza física que nace de la emoción y se convierte en un puente.
«El duende, para mí, es la mezcla de sentimientos que se encuentran dentro de tu cuerpo, que erosionan en tu corazón para así poder transmitirlos con el baile, con el cante o con la guitarra. Y ahí es cuando surge el duende: cuando te permite que lo que estás sintiendo tú lo puedan sentir tus compañeros y el público.»
— José Escarpín, bailaor.
Para la bailaora María Moreno, el duende es una recompensa intangible a la dedicación artística, un tesoro que se comparte en el escenario.
«Para mí el duende, como es algo que no se puede describir ciertamente, no es algo tangible, no es algo físico, ni es algo que tú puedas manipular, realmente es como la recompensa a esta dedicación al arte, al estar manipulando el arte todo el rato, en esos momentos donde todos sabemos que el duende ha aparecido y son esos instantes que se te quedan guardados en el corazón para siempre y que además casi siempre tienen la suerte de compartirlo con alguien en el escenario y esos son momentos totalmente tesoros.»
— María Moreno, bailaora.
El Duende para el Guitarrista: Un Estado de Gracia sin Adornos
Desde las cuerdas, el guitarrista Mario Montoya lo define no como un arrebato, sino como un momento de absoluta lucidez y honestidad.
«Para mí es un estado de gracia o de claridad en el que se es capaz de mostrar o expresar hacia fuera la idealización de la personalidad íntima de un@ mism@, de una forma no forzada, sin buscar el adorno ni ningún gesto vano.»
— Mario Montoya, guitarrista.
El Duende para el Cantaor: La Chispa Humana que Crea lo Irrepetible
Entonces, ¿el duende es individual? ¿O se contagia? Para el cantaor José del Calli, la respuesta está en el aire que se respira entre los compañeros, en la alquimia del momento.
«No siempre viene El Duende. Influye mucho el estado anímico que tengas, a lo mejor hasta el de los compañeros. Si tú llegas cabizbajo de tu casa y ves a los compañeros que están arriba y te echan arriba, pues ahí salen cosas después irrepetibles. Y para mí eso es El Duende, que salen cosas que no te explicas cómo han salido.»
— José del Calli, cantaor.
El Duende para la Percusión: El Pulso Misterioso que Simplemente se Siente
Quizás la definición más pura nos la da el maestro de la percusión, Lucky Losada. Su visión nos devuelve al misterio, a un lugar más allá de las palabras.
«Para mí el duende es algo que no tiene ni olor, ni sabor, ni color. Simplemente se siente. No sabes cuándo llega, pero cuando llega y lo sientes, sabes que es él. El duende es algo mágico y algo que te lleva a una expresión que no sabe uno definir. Simplemente eso, duende.»
— Lucky Losada, percusión.
El Ingrediente Secreto: Vuestro ‘Olé’
Y aquí viene lo más importante: el duende es cobarde. No le gusta salir si se siente solo. Nace de la comunión. De ese círculo de energía que se crea en la sala. Nace de vuestro silencio respetuoso que nos permite escucharnos el alma. Nace de ese «¡Olé!» que no es de fiesta, sino de desgarro, gritado en el momento exacto en que sentimos lo mismo que vosotros.
El duende no es del artista, es del momento. Es un pacto invisible entre el quejío, la madera y vuestra emoción.
¿Quieres Sentir el Duende? No Dejes que te lo Cuenten
No podemos prometerte que el duende aparecerá. Nadie puede. Es caprichoso y libre.
Pero sí te prometemos una cosa: cada noche, en el escenario de Cardamomo, nos dejaremos la piel y el alma en su búsqueda. Y si tenemos suerte, y tú estás ahí para sentirlo con nosotros, vivirás algo que no se puede explicar con palabras.